Publicado 1 febrero, 2021
“El número treinta, tratándose de tiempo humano, debe ser uno de los que rigen el ritmo de las ocultaciones, de las reapariciones, de los silencios en que se sume la palabra que se pierde. Y la palabra perdida es, a su vez, uno de esos misteriosos símbolos que la historia no desgasta”. Estas palabras las escribe María Zambrano en su diario a principios de 1969, preparando un escrito sobre Machado treinta años después de su muerte en el exilio un veintidós de febrero.
María Zambrano falleció también en febrero, el día seis de febrero de 1991 en Madrid. Había vuelto del exilio tras recibir el premio Príncipe de Asturias de 1981 y sentir que en su país había interés sobre su obra y persona. Todavía dudó unos años en si volver o no, aquellos tiempos llamados de la transición fueron más inciertos de lo que ahora recordamos y volvió definitivamente a su tierra tras un largo exilio el 20 de noviembre de 1984. Volvió para que se oyera otra voz, la voz de los sin voz, la palabra de los silenciados, expulsados o muertos.
Su palabra no se ha perdido, ahí está su obra en continua re-edición y la Fundación María Zambrano que sostiene su legado. Una serie de actividades servirán para recordarla e invitar a leerla: conferencias, homenajes, escritora del año 2021… para celebrar que sigue viva, que su palabra tiene cada vez más oídos dispuestos a escuchar e integrar este pensamiento tan audaz en el ahora y con vistas al futuro. Estos son los momentos más difíciles que estamos viviendo a nivel mundial nuestra generación. La suya vivió también el terror y la crisis mundial. De alguna manera, los ritmos, las ocultaciones y las reapariciones se repiten. Aprendamos de los que en medio de la lucha supieron hacer el vacío, mirar y dejar escrita su reflexión.
Este año verán la luz también algunos libros dedicados a ella, Del sentir al pensar de su gran amigo, crítico literario y de cine, Joaquín Verdú de Gregorio; María Zambrano filósofa del 27, cuya partitura pertenece a Amparo Zacarés pero con un coro de voces femeninas que hacen de ella una obra original y necesaria. También se va a reeditar en formato de bolsillo, muy oportunamente, el último libro que María Zambrano editó en vida, Los bienaventurados.
Precisamente en la introducción a Los bienaventurados nos advierte Zambrano contra el peligro de que la filosofía se confine en lo “eminentemente profesoral”, en clase magistral sin escucha. Es un ataque directo a la academia que la seguía apartando con diferentes excusas. Para ella, la filosofía debe vivirse, es pathos y logos, dirigida a la persona, a cada una “sin aglomeración”. Por eso ella buscó siempre un lenguaje nuevo, enraizado en la poesía y la novela, para llegar a cada corazón. “Novela y poesía han reflejado mejor que el conocimiento histórico, el verdadero pasar, la verdad de las cosas que le pasan al hombre y su sentido íntimo”, nos dice en Para una historia de la piedad. Así es como ensaya escritos como los de Antígona o Diótima, bienaventuradas en las que se retrata poética y vivencialmente.
No podemos más que desear que este año 2021 que no ha hecho más que empezar, sea el año del fin del fraude cultural que ha supuesto mantener tantas voces femeninas fuera de las aulas universitarias, de los escenarios, de las salas de exposiciones, de los lugares de decisión… voces que la historia no ha desgastado, como la de María Zambrano.
María Zambrano en un any commemoratiu. Aquel 14 de abril. Organitza: Institut Universitari d’Estudis de les Dones. Gratuït, amb inscripció: enllaç.